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Utilizando la analogía que hace en su post ( Esta cuchara no es mía) mi hermano Sebastián Campos que de forma tan sencilla y brillante nos expone lo que hemos recibido o “pegado” de otras personas y/o  del mismo Dios por tanto estar en contacto con ellos. Yo quisiera hablar del otro ámbito de este intercambio de “características” que se da, y es de la influencia positiva o negativa que podemos ser para otras personas.

Nuestro hermano explica cómo hemos recibido de otras personas cosas tanto positivas y negativas que asimilamos como nuestras, y las utilizamos a diario en nuestra vida, como palabras, gestos, formas de hablar, chistes, gustos, etc. En definitiva nos empezamos a parecer a esa persona. Y si somos capaces de recibir estas características, también somos capaces de entregar cosas, somos capaces de influenciar a las personas de nuestro alrededor, con nuestras manera de ser, de vestir, de pensar, etc., etc., etc., tanto para bendición o maldición…

Cuando escuche a un sacerdote decir, “siempre somos  de bendición o maldición para el hermano  en cada situación de la vida”, me di cuenta que siempre hay dos opciones con nuestras actitudes, acciones, gestos, o palabras en alguna circunstancia del día, ser de bendición o maldición, y lamentablemente no hay puntos medios. Es fuerte darse cuenta de eso, al menos para mí lo fue, porque es una responsabilidad muy grande la que tenemos, sobre todo si nos decimos cristianos, el afectar positivamente con nuestras acciones a una persona puede ser un gran testimonio de Cristo, pero si es todo lo contrario somos anti testimonio de Jesús.

Por eso san Pablo le dice a Timoteo “Que nadie menosprecie tu juventud: por el contrario, trata de ser un modelo para los que creen, en la conversación, en la conducta, en el amor, en la fe, en la pureza de vida.  (1 Timoteo 4,12)”

 

 

Se las dejo no para que se preocupen, sino para que se ocupen, y la única manera de hacerlo, es entregándoselo al Señor…  empecemos?

Señor, te pido perdón por todas las veces que no he sido de bendición para mis hermanos, con mis actitudes, gestos, palabras, formas de vestir o de actuar, y te pido  que tu transformes esas cosas en mi vida para Gloria tuya. Te entrego mi vida, para que tú la sigas modelando a tu manera, y yo ser un reflejo de tu amor y misericordia en el mundo, todo te lo pido por gracia de tu hijo Jesús, en su Nombre bendito y por la intercesión de María Santísima. Amén.